Por: Germán Martinez
Pasaba siempre por la calle Emilio San Martín, camino a la catedral o simplemente a la biblioteca de Moyobamba. Ella era una chica suavecita nos conocimos en el grupo juvenil de la parroquia, a demás me encantaba su melodiosa voz, como su estatura de escalera al cielo. Crecía con su abuela y sus tías en una casona de esas de inicio del siglo IXX...con aroma a tradición y a oraciones...tenia varias imágenes religiosas en su casa. Ella era una virgen más, que vivía adornada con jardines y formaba parte de esa tradición; yo estaba en tercero de secundaria( o en segundo, ya no me acuerdo) en el Serafín Filomeno. Ella terminando el quinto de secundaria, en el exclusivo Ignacia Velasquez colegio para señoritas e internado a la vez...ese tiempo no había muchos varones los pocos era delicados e hijitos de mamá...pero ahí estudiaban las chicas mas rechulas del Departamento de San Martín....y los serafinenses eramos sus galanes.eso sí.
Ella se llamaba Hilda... ella se llama así. Vacaciones del 82....yo no sé, pero a la gente mayor les caigo bien, en esa casa del siglo pasado y, que tenia de guardián a la misma Virgen María... no entraba ningún hombre, salvo el hermano mayor de Hilda, muy serio y cara de pocos cuñados, era su medio hermano, pero no me caía mal, ni yo a él, cuidado joven, usted a ella me la respeta, solo le miraba ...nada más por que Hilda era mi mejor amiga en la ciudad, conversábamos, escuchamos música romántica, leímos novelas y hablamos del futuro, de ella que deseaba conocer el mundo estudiar idiomas, de tener una gran familia, para que sus hijos no vivan solos como ella, yo de ser médico, pero el futuro me dejo de artista poeta pintor y...la vida continua,era un descubrir para ambos lo que es el beso, no sabíamos besar y entramos en unos arrumacos lindos, como era escalera al cielo y yo muy pequeño, así que solucionamos el problema con un banco centenario de esos que se apeaban para subir a los jamelgos, y... esos besos,con sabor a suspiros a buñuelos, aaaah.... Nos gusto mucho besarnos, años después volví a encontrar ese sabor en el uvachado del Primo del Aguila...salíamos a caminar por la ciudad con el beneplácito de la abuela y las tías que con una risita y mirada cómplice, creo que ellas nos han visto besarnos en la sala de la casa o bajo los arboles del jardín cuando leímos... me encantaba el café que Hilda preparaba por las tardes.Al terminar las vacaciones ellas, ya no iba al colegio, yo no podía ir a verla, para besarla. por eso de las responsabilidades académicas, extrañaba sus abrazos y esos besos apasionados... su compañía,sobre todo eso, yo era su amigo fiel.Un día vi salir a Hilda de la mano con un joven policía de su estatura, no tan guapo como yo, creo que con él no tenia que ponerle el banquito besuqueador. No le reproche, ella solo me dijo que no me iba olvidar, y un buen día viajo a Lima, a seguir sus sueños, solo espero que haya sido feliz. Así como yo, espero que no se haya olvidado del banquito besuqeador.
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