jueves, 4 de septiembre de 2014

EL NIÑO CARA DE CHOCOLATE

POR GERMÁN MARTÍNEZ 



En un lugar de la vía láctea hay un planeta azul allí existe un pueblo verde, en donde  los niños son libres  como los pájaros y entre todos ellos existe  Sebastián, un niño de nueve años, que es muy curiosos y se come el mundo con sus ojos, inteligente con ninguno y poseedor  de una  creatividad  que lo hacía muy especial ante los demás niños. Leía el profesor.

-¿cómo así?, ¿acaso ese niño es divertido? .interrumpió Joaquín
- Si,  él es  un niño así.
- Te cuento además, que es reilón, juega siempre al astronauta e inventa aves de papel y hace todos sus deberes que le dejan en  la escuela.
Pero  no le gustaran las escuelas en donde  a los niños le dicen:
-¡no te rías!,
-¡cállate!,
-¡siéntate!,
-¡no te muevas!,
-¡no converses!,
-¡copia igual como te lo ordeno!... interrogo  Joaquín.

  Y existen otros lugares en donde a los niños tan pequeños quieren que en un verano aprendan muchos conocimientos de otras generaciones sin tener en cuenta su edad, olvidándose que deben ellos primero aprehender a ser felices. Repuso el profesor. Y continúo hablando del niño del cuento.

La peculiaridad de Sebastián, que con sus manitas hacia dinosaurios de plastilina y barcos de papel y tiene una cara de chocolate y su corazón es bombón

-No, no es un chico de caramelo, ósea, es un niño muy bueno, pues todo lo comparte,

así que sus juguetes iban a otras manos cuando él  no estaba en  su casa y dejaba la puerta a cargo de un ratón como guardián. En la ciudad donde él vivía  los niños tienen el rostro de leche y él era el único con cara de chocolate. No, no era de raza negra, sino  un niño de la selva de la comunidad Yine. Sebastián, tenía un caballito llamado Oliverio que es de madera, un buen día al volver de la escuela su caballito ya no estaba, su bicicleta azul cielo echo alas y se fue de su huerta, cada vez que venía de la escuela algún juguete desaparecían. 

Y cuando Sebastián, iba en su canoa a la escuela por la tarde a tocar su pingullito, le seguían las aves de la selva y cuando  la guitarra vibra por sus manos vuelan las mariposas y si suena su redoblante la gente baila en las calles, porque él quiere ser músico de bombo baile y rock  and roll, ese día vio pasar a su caballo de madera saltando putum, putum por la calle del pueblo, y lo cabalgaba un niño con cara de leche.

-¡Ey caballito Oliverio ven!, le llamo Sebastián, pero el caballito de madera se fue trota que trota por el tisú.
-Bueno, el niño que lo cabalga lo necesita hoy, ya regresara mi caballito. Se dijo el niño cara de Chocolate, mientras escribe en su cuaderno  canciones con ayuda de las aves del bosque porque él quiere con su música cantar por la radio a la gente de la  selva y a ver si con la música la floresta sigue adornando las praderas y los peces salten libres por las aguas limpias y frescas. Entonces se escuchó rugir la guitarra con las melodías que ha escrito  al ritmo de su corazón y que  dice así:

                                                        No talen los árboles
                                                       no , no.
                                                        Pues traen la lluvia
                                                        sí , sí.
                                                        Árbol que es cortado
                                                        no llama la lluvia más.
                                                        Qué pena que pena  
                                                       ya ye yaaaa  .
Vibra su guitarra con todo frenesí,  acompañado por los suisui y el señor papagayo.                                           

                                                        Ey tu muchacho de la ciudad
                                                        ey,ey,ey
                                                        qué haces para no contaminar
                                              el  agua de tu río que tienes en tu ciudad
                                                        si mueren los árboles
                                                        no viene la lluvia
                                                        si no viene la lluvia
                                                        el río se  secara
                                                        ey, ey, ey
                                                        que  haces tú por
                                                        el río que se evaporara
                                                        gota a gota que se agota
                                                        ey, ey, ey.

Retumba el redoblante y sopla el pingullito…pero nadie escucha su canto, pocas fueron las estaciones que recibieron su música pero no la pasaron en la radio, para  que le escuches los vecinos de la ciudad.

Sebastián, no se daba por vencido así que al día siguiente se encontró con Oliverio el caballito de madera y le dijo:

-Te necesito, ven conmigo, pues tendremos que viajar por los pueblos de la selva cantando mis canciones,  para que los bosques luzcan nuevos árboles en la próxima primavera y las mariposas dancen bajo el sol rojo alegrando  los corazones de los niños del planeta azul.

- Está bien niño cara de chocolate, sube a mi lomo, pero déjame llevarte primero a las escuelas para que escuchen tu linda canción, ok. Sugiero Oliverio.

-¡Yaaaaa! Dijo emocionado el niño Yine.

Y se fueron por el prado trotas que trota putum putum. Viajaron por los diferentes pueblos como Juancito, Flor de Punga, Gastabala, Tierra Blanca, Chancay, Tiruntan y por su puesto la Tierra Colorada. Conversaban  con los lugareños y cantaban; pero el bombo baile y el rock and roll no causaba efecto.

-No pasa nada, no nos hacen caso Oliverio. Vamos de estos lugares.

-Si pues niño cara de chocolate, no hace efecto la  música y no quieren escuchar las cuatro verdades sobre la contaminación y la tala de los árboles, que es la causante de la falta de lluvias. Este asunto si se está poniendo reefeo. Dijo el caballito de madera.
Los pueblos por donde trotaban se veían desolados pues ya no tienen flores en los jardines ni tiene árboles llama lluvia en sus calles y los niños están tristes con su piel reseca. Los únicos árboles que se ven, van camino a ser trasformados en madera para las carpinterías de otras ciudades y lo más  grave es que no se vuelven a sembrar otro árbol para que el bosque se renueve con el canto de los pajarillos de la selva. Al trotar por el prado, vieron como a lo lejos una noche negra se apodera de la ciudad donde  viven los niños blancos.
Cuando llegaron al filo del mundo descansaron de tanto trote y  Sebastián le dijo a Oliverio:
- Esto no puede ser, con el bombo baile y el rock no cambiamos las formas de pensar de la gente, tenemos que usar otro instrumento que no conozcan y les haga reaccionar de una vez por todas a esta gente. Con sus instrumentos a cuestas cabalgaron por el llano amazónico bajo la luz del sol que guiaba su retorno, en un atardecer de largo verano sin lluvia.
Ya en casa, fue al ático a buscar su baúl azulmorado, lo abrió y entre sonidos y luces saco un hermoso violín color marfil regalo, de la luna, ensayo por tres lunas y cuatro estrellas polares sus mismas canciones, pero esta vez acompañado por el canto dulce y ensoñador de las cuerdas del  violín, que era mágico, que alegro a la luna. Como Oliverio de tanto trotar se cansó y unos clavitos le faltaban, se quedaría  en la carpintería para ser arreglado para otra misión.

Esta vez Sebastián, ya no iría a la radio,  sino a un lugar más alto donde su música sea escuchada por todos, cuando salía de casa vino volando su bicicleta azulcielo, se montó en ella pedaleó  hasta alcanzar las nubes rosadas de la tarde y empezó a tocar su violín color marfil, hasta que broten notas frescas  que son gotitas de aguas frías,
así sus notas musicales con  ayuda del viento caían en los pueblos donde viven los niños blancos, que se ponían a  bailar y esta vez su mensaje fue entendido por todos. Y ellos  comenzaron a sembrar nuevos árboles, a purificar las aguas y sembraron con taricayas y boquichicos los ríos,  volvieron las aves y mariposas a los pueblos a revolotear. Bajo la luz de la luna Sebastián regreso a su escuela a seguir estudiando, y jugando y soñando hacer astronauta, y con sus manitas hacia barcos de papel...



1 comentario: