POR GERMÁN MARTÍNEZ
En
un lugar de la vía láctea hay un planeta azul allí existe un pueblo verde, en
donde los niños son libres como los pájaros y entre todos ellos existe Sebastián, un niño de nueve años, que es muy
curiosos y se come el mundo con sus ojos, inteligente con ninguno y
poseedor de una creatividad
que lo hacía muy especial ante los demás niños. Leía el profesor.
-¿cómo
así?, ¿acaso ese niño es divertido? .interrumpió Joaquín
-
Si, él es un niño así.
-
Te cuento además, que es reilón, juega siempre al astronauta e inventa aves de
papel y hace todos sus deberes que le dejan en
la escuela.
Pero no le gustaran las escuelas en donde a los niños le dicen:
-¡no
te rías!,
-¡cállate!,
-¡siéntate!,
-¡no
te muevas!,
-¡no
converses!,
-¡copia
igual como te lo ordeno!... interrogo
Joaquín.
Y existen otros lugares en donde a los niños
tan pequeños quieren que en un verano aprendan muchos conocimientos de otras
generaciones sin tener en cuenta su edad, olvidándose que deben ellos primero
aprehender a ser felices. Repuso el profesor. Y continúo hablando del niño del
cuento.
La
peculiaridad de Sebastián, que con sus manitas hacia dinosaurios de plastilina
y barcos de papel y tiene una cara de chocolate y su corazón es bombón
-No,
no es un chico de caramelo, ósea, es un niño muy bueno, pues todo lo comparte,
así
que sus juguetes iban a otras manos cuando él
no estaba en su casa y dejaba la
puerta a cargo de un ratón como guardián. En la ciudad donde él vivía los niños tienen el rostro de leche y él era
el único con cara de chocolate. No, no era de raza negra, sino un niño de la selva de la comunidad Yine.
Sebastián, tenía un caballito llamado Oliverio que es de madera, un buen día al
volver de la escuela su caballito ya no estaba, su bicicleta azul cielo echo
alas y se fue de su huerta, cada vez que venía de la escuela algún juguete
desaparecían.
Y
cuando Sebastián, iba en su canoa a la escuela por la tarde a tocar su
pingullito, le seguían las aves de la selva y cuando la guitarra vibra por sus manos vuelan las
mariposas y si suena su redoblante la gente baila en las calles, porque él
quiere ser músico de bombo baile y rock
and roll, ese día vio pasar a su caballo de madera saltando putum, putum
por la calle del pueblo, y lo cabalgaba un niño con cara de leche.
-¡Ey
caballito Oliverio ven!, le llamo Sebastián, pero el caballito de madera se fue
trota que trota por el tisú.
-Bueno,
el niño que lo cabalga lo necesita hoy, ya regresara mi caballito. Se dijo el
niño cara de Chocolate, mientras escribe en su cuaderno canciones con ayuda de las aves del bosque
porque él quiere con su música cantar por la radio a la gente de la selva y a ver si con la música la floresta
sigue adornando las praderas y los peces salten libres por las aguas limpias y
frescas. Entonces se escuchó rugir la guitarra con las melodías que ha
escrito al ritmo de su corazón y
que dice así:
No talen los árboles
no , no.
Pues traen la lluvia
sí , sí.
Árbol que es cortado
no llama la lluvia más.
Qué
pena que pena
ya ye yaaaa .
Vibra
su guitarra con todo frenesí, acompañado
por los suisui y el señor papagayo.
Ey tu muchacho de la ciudad
ey,ey,ey
qué haces para no contaminar
el agua de tu río que tienes en tu ciudad
si mueren los árboles
no viene la lluvia
si no viene la
lluvia
el río se secara
ey, ey, ey
que haces tú por
el río que se evaporara
gota a gota que se agota
ey, ey, ey.
Retumba
el redoblante y sopla el pingullito…pero nadie escucha su canto, pocas fueron
las estaciones que recibieron su música pero no la pasaron en la radio,
para que le escuches los vecinos de la
ciudad.
Sebastián,
no se daba por vencido así que al día siguiente se encontró con Oliverio el
caballito de madera y le dijo:
-Te
necesito, ven conmigo, pues tendremos que viajar por los pueblos de la selva
cantando mis canciones, para que los
bosques luzcan nuevos árboles en la próxima primavera y las mariposas dancen
bajo el sol rojo alegrando los corazones
de los niños del planeta azul.
-
Está bien niño cara de chocolate, sube a mi lomo, pero déjame llevarte primero
a las escuelas para que escuchen tu linda canción, ok. Sugiero Oliverio.
-¡Yaaaaa!
Dijo emocionado el niño Yine.
Y
se fueron por el prado trotas que trota putum putum. Viajaron por los
diferentes pueblos como Juancito, Flor de Punga, Gastabala, Tierra Blanca,
Chancay, Tiruntan y por su puesto la Tierra Colorada. Conversaban con los lugareños y cantaban; pero el bombo
baile y el rock and roll no causaba efecto.
-No
pasa nada, no nos hacen caso Oliverio. Vamos de estos lugares.
-Si
pues niño cara de chocolate, no hace efecto la
música y no quieren escuchar las cuatro verdades sobre la contaminación
y la tala de los árboles, que es la causante de la falta de lluvias. Este
asunto si se está poniendo reefeo. Dijo el caballito de madera.
Los
pueblos por donde trotaban se veían desolados pues ya no tienen flores en los
jardines ni tiene árboles llama lluvia en sus calles y los niños están tristes
con su piel reseca. Los únicos árboles que se ven, van camino a ser
trasformados en madera para las carpinterías de otras ciudades y lo más grave es que no se vuelven a sembrar otro
árbol para que el bosque se renueve con el canto de los pajarillos de la selva.
Al trotar por el prado, vieron como a lo lejos una noche negra se apodera de la
ciudad donde viven los niños blancos.
Cuando
llegaron al filo del mundo descansaron de tanto trote y Sebastián le dijo a Oliverio:
-
Esto no puede ser, con el bombo baile y el rock no cambiamos las formas de
pensar de la gente, tenemos que usar otro instrumento que no conozcan y les
haga reaccionar de una vez por todas a esta gente. Con sus instrumentos a
cuestas cabalgaron por el llano amazónico bajo la luz del sol que guiaba su
retorno, en un atardecer de largo verano sin lluvia.
Ya
en casa, fue al ático a buscar su baúl azulmorado, lo abrió y entre sonidos y
luces saco un hermoso violín color marfil regalo, de la luna, ensayo por tres
lunas y cuatro estrellas polares sus mismas canciones, pero esta vez acompañado
por el canto dulce y ensoñador de las cuerdas del violín, que era mágico, que alegro a la luna.
Como Oliverio de tanto trotar se cansó y unos clavitos le faltaban, se
quedaría en la carpintería para ser
arreglado para otra misión.
Esta
vez Sebastián, ya no iría a la radio,
sino a un lugar más alto donde su música sea escuchada por todos, cuando
salía de casa vino volando su bicicleta azulcielo, se montó en ella
pedaleó hasta alcanzar las nubes rosadas
de la tarde y empezó a tocar su violín color marfil, hasta que broten notas
frescas que son gotitas de aguas frías,
así
sus notas musicales con ayuda del viento
caían en los pueblos donde viven los niños blancos, que se ponían a bailar y esta vez su mensaje fue entendido
por todos. Y ellos comenzaron a sembrar
nuevos árboles, a purificar las aguas y sembraron con taricayas y boquichicos
los ríos, volvieron las aves y mariposas
a los pueblos a revolotear. Bajo la luz de la luna Sebastián regreso a su
escuela a seguir estudiando, y jugando y soñando hacer astronauta, y con sus
manitas hacia barcos de papel...
ESTA GOD
ResponderEliminarBy: Cuscus