lunes, 5 de diciembre de 2016

LA MARÍA QUE NO FUE MADRE

LA MARÍA QUE NO FUE MADRE. Por: Germán Martínez Las mujeres bellas existen y soy testigo de ello. María, era encantadora, todo lo tenía en su sitio; medidas de miss universo, ojos claros ídem el cielo. Para nosotros una chica con cabellos dorados, tez blanca almendrado; son ángeles bajadas de las nubes. El sueño ideal para los de raza mestiza, chola y cobriza pero bien peruana o mejor dicho: Latinoamericana, amazónica como la mía es tener a una María por siempre… Pero la María que hoy escribo… ella, se enamora fácilmente, la primera vez fue con el Pedro Vargas, fue cuando tuvo solo quince abriles. De esa ilusión y sin saber cómo le nació una niña, que no llegó al año. La segunda vez se enredó con el Fasabi, un campesino muy trabajador y cada vez que salía a cazar, se la llevaba con él, por el temor que tienen los cholos cuando se cogen a una mujer bella. Con él tuvo otra hija, pero como mucha la a la chacra, dejaban a la niña con la abuela y sus hermanas del Fasabi. Pera la mala suerte…esta vez fue una víbora jergón. Ahí no más quedó en los brazos de María. Cuando quiso recoger a su hija, la suegra y las hermanas no le dejaron llevar, por el recuerdo del hijo perdido, más bien la expulsaron de la casa con sus pocas cosas, a sus dieciocho años seguía siendo ingenua como bella. Pasaron los años, ella no volvió a tener suerte en el amor. Para no estar sola, aprendió a decirle que no a sus pretendientes, se volvió muy buena, hasta generosa, de esos amores esporádicos llegó a tener un hijo más de cada aventura apasionada que pasó por su vida. Sin que ni uno se quede a calentar su alcoba. Cómo hacían falta los angelitos al lado de San Pedro, más de un bebé de María, fue al cielo, a los otros se los llevó la abuela de sus padres, así que nunca tuvo la dicha de criar a sus diez hijos. Y como reza el dicho: Más vale un hombre feo, así nadie, se enamora de ellos, y sí lo hacen, es porque son como el oso. Se involucró con otro chacarero, llamado Gilberto. Ella como no tenía hijos, ánimo para que recogieran a una niña que su madre había recién muerto después del parto, le pusieron el nombre de Luzmila, tenía la niña el mismo parecido que el Gilberto. Pero ella alegre la crio. Hasta que un día de esos, cuando la niña tenía diez años el Gilberto… Sí, también murió. María dijo: Jamás volveré a tener una pareja. Ni a reunirme con nadie. Pero su belleza era muy atrayente, así que un mozuelo de treinta años, se perdió enloquecidamente por ella, y demostraba toda su destreza y halagos para que viviera con ella, y así quien pues, se resiste, ella la María cedió. Y otra vez llevo a un hombre a su cama, ella pensaba que sería para siempre a sus cincuenta otoños. Pero quien nació para no estar acompañado, por su avanzada edad María no podía tener más hijos y cuando la Luzmila cumplió los Quince años, el marido se escapó con la hija adoptiva. Este fue el golpe letal para María. Desvarío, quería morir, trágame tierra, la hija mayor que no llegó a criar ni educar, la busco y la llevó a su casa, ella no quería, pero la hija sentía ese amor hacia su madre que nunca la educó, pobrecita se decía la hija, cuánto habrá sufrido, así que la adoptó y la empezó a querer como quieren los hijos a sus madres. Llegó María a reunirse con sus hijos diez hijos, que había dejado en casa de la vida… Una noche de esos años, ella tomó el camino al cielo dorado para reunirse con el último santo varón del edén, a sus setenta y tres lunas de mayo.}

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